Al grupo de intervención se le aconsejó que hiciera ejercicio durante grandes periodos de tiempo, mientras que al grupo control se les aconsejó que no lo practicara. Además, se estudiaron los resultados de otros trabajos.
Los estudios considerados no permiten extraer conclusiones sobre si el ejercicio físico permite una mejora. Tampoco ofrecen resultados satisfactorios, ni en las tasas de mortalidad, ni en enfermedades del corazón y morbilidad, ni en la mejora de la calidad de vida. Además, no se investigaron los efectos secundarios.
Windeler Jͼrgen, director de Iqwig, explica que «hasta ahora sólo se puede demostrar que hay fármacos que reducen la presión arterial, pero aún sabemos poco sobre las ventajas y desventajas de la actividad física, a pesar de que se aconseje desde hace bastante tiempo».
En cambio, todos los estudios muestran que el aumento de actividad física podría reducir la presión sistólica entre 5 y 8 mmHg, pero los investigadores no pueden predecir con seguridad si la reducción en el valor de la presión sistólica es a largo plazo y cuáles son los efectos sobre la salud. Una reducción en la presión arterial es una indicación de que el riesgo de complicaciones tardías puede verse disminuido.