Cuidado con los chistes: con el peso de los hijos no se bromea
Jess Haines, de la Universidad de Harvard y autora principal del mismo, aclara a ELMUNDO.es cuál es la trascendencia de los resultados obtenidos. «Tenemos que ser capaces de desarrollar intervenciones que pueden reducir tanto los trastornos de alimentación como la obesidad. Un próximo paso importante será la puesta en marcha de medidas que aborden los factores que hemos encontrado para que el efecto positivo sea compartido entre ambas patologías y para determinar si estas intervenciones pueden reducir la alta prevalencia de los trastornos alimentarios y de la obesidad en los menores».
Ella y su equipo adelantan en el último ‘Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine’ que «pocos estudios han examinado cuáles son los factores de riesgo y los protectores relacionados con estas patologías. Por este motivo hemos estudiado la asociación que existe entre los factores psicológicos, de comportamiento y socioambientales y los tratornos de la alimentación (como la purga con laxantes o con la provocación del vómito), la comida compulsiva y tener exceso de peso u obesidad en chicos y chicas».
Lo han hecho con una muestra de participantes en la investigación conocida como ‘Estudio del Crecimiento Actual’ (GUTS, sus siglas en inglés). Finalmente, 6. 022 chicas y 4.518 chicos de entre 11 y 17 años participaron en la investigación. A todos ellos se les realizaron cuestionarios anuales desde 1997 a 2001 y bianuales desde 2003 sobre ciertos factores psicológicos y de comportamiento (pensamientos sobre su peso, hacer dieta, tomar comida rápida, ver la tele, actividad física o el tipo de desayuno).
Purgas y compulsión
Asimismo, se indagó en los factores socioambientales. Si la madre hace dieta, los comentarios o bromas de los padres sobre el peso, la opinión de los amigos sobre el mismo, querer parecerse a las modelos de los medios de comunicación o la frecuencia con la que comen en familia.
Los autores cotejaron todos estos factores con la existencia o no de vómitos, de compulsión por la comida o de exceso de peso. «En 1998, el 3,7% de las chicas reconoció que seguía comportamientos relacionados con la purga, frente al 0,7% de los chicos. En relación con comer compulsivamente los datos muestran que ese año lo hacía un 7% de las adolescentes frente al 2% de los chavales. Con sobrepeso estaban el 17% de las chicas y el 24% de los chicos», comentan los investigadores. Un dato a reseñar es que todos estos porcentajes se elevaron entre 1999 y 2001.
Para la doctora Haines, la principal conclusión es «que existen factores de riesgo y de protección que predicen el desarrollo de trastornos alimentarios (por ejemplo, purgas y atracones) y la obesidad entre los adolescentes. Así, entre las mujeres adolescentes, las dietas y las bromas de los padres relacionadas elevan el riesgo de sufrir anorexia y obesidad».
Lo mismo sucede cuando ellas declaran «querer parecerse a las modelos o actrices. Estas adolescentes no suelen tener sobrepeso y tienen más riesgo de usar laxantes o provocarse vómitos que las que no se dejan influir por los medios de comunicación. Sin embargo, la presión social no parece tener un efecto sobre los chicos» En cambio, tanto en la población femenina como en la masculina, «la mayor frecuencia de las comidas en familia es un factor protector frente a los trastornos de alimentación y la obesidad», insiste la investigadora principal.
Fuente: elmundo.es