Alerta: Siguen subiendo las tasas de trastornos alimentarios en niños
Un análisis de la Agencia para la Investigación y la Calidad en la Atención de Salud encontró que las hospitalizaciones por trastornos alimentarios aumentaron en 119 por ciento de 1999 a 2006 entre los niños menores de doce años, una sorprendente estadística citada en el informe.
Al mismo tiempo, a medida que los casos graves de anorexia y bulimia aumentan, también lo han hecho los trastornos alimentarios de «síndrome parcial», es decir, jóvenes que presentan algunos, pero no todos, los síntomas de un trastorno alimentario. Los atletas, entre ellos los gimnastas y los luchadores, así como los artistas, entre ellos bailarines y modelos, podrían estar en riesgo particular, según el informe.
«Vemos muchos más trastornos alimentarios que antes, y los vemos en personas que no asociábamos con ese tipo de trastorno en el pasado, por ejemplo muchos chicos, niños pequeños, gente que no es blanca y personas con antecedentes socioeconómico más bajos», señaló el Dr. David Rosen, autor del informe y profesor de pediatría, medicina interna y psiquiatría de la Universidad de Michigan. «El estereotipo es que [la paciente] se trata de una chica blanca y rica de cierta edad. Queríamos que la gente comprendiera que los trastornos alimentarios tratan a todos por igual».
El informe aparece en la edición de diciembre de la revista Pediatrics.
Aunque se calcula que 0.5 por ciento de las adolescentes de EE. UU. tienen anorexia, y entre uno y dos por cientos bulimia, los expertos estiman que entre 0.8 y 14 por ciento de los estadounidenses por lo general muestran al menos algunos de los síntomas físicos y psicológicos de un trastorno alimentario, según el informe.
Los chicos conforman ahora entre el cinco y el diez por ciento de los que sufren de trastornos alimentarios, aunque algunas investigaciones sugieren que esa cifra podría ser más alta, apuntó Lisa Lilenfeld, presidenta entrante de la Coalición para la Investigación, las Políticas y la Acción en los Trastornos Alimentarios (Eating Disorders Coalition for Research, Policy and Action) de Washington, D.C.
La mayoría de estudios enfocados en la prevalencia se basaron en pacientes de centros de tratamiento, que tendían a ser personas blancas de sexo femenino, comentó Lilenfeld. «Eso no representa a todos los que sufren los trastornos», aseguró. «Es difícil decir si los trastornos alimentarios están en aumento en el sexo masculino o si simplemente los detectamos mejor».
Rosen y colegas evaluaron más de 200 estudios recientes sobre trastornos alimentarios. Aunque hay mucho que no se sabe sobre qué desencadena estas afecciones, ahora los expertos comprenden que conlleva mucho más que imágenes de mujeres muy delgadas en los medios de comunicación, lo que no quiere decir que esto no tenga algo que ver, señaló Rosen.
Al igual que otros problemas de salud y adicciones, desde la depresión y el trastorno por ansiedad hasta el alcoholismo, estudios con familias y gemelos han mostrado que los trastornos alimentarios pueden presentarse en la familia, lo que indica un potente componente genético, dijo Rosen.
«Pensábamos que los trastornos alimentarios eran consecuencia de una mala dinámica familiar, que los medios los causaban o que los individuos que tenían ciertos rasgos de personalidad los contraían», planteó Rosen. «Todo eso puede tener algo que ver, pero no es tan sencillo. Todas las jóvenes se ven expuestas a las mismas influencias mediáticas, pero apenas un pequeño porcentaje desarrolla trastornos alimentarios. Entonces, ¿qué diferencia a ese uno por ciento que desarrolla un trastorno alimentario del 99 por ciento que no?».
Al mismo tiempo que los trastornos alimentarios han aumentado, la epidemia de obesidad también. Preocupaciones por los niños con sobrepeso y obesos han hecho que algunos médicos aconsejen a sus pacientes jóvenes sobre nutrición. Sin embargo, ese método puede resultar contraproducente si no se maneja de forma correcta.
«Muchos niños que atiendo dicen que su trastorno alimentario comenzó cuando el médico de familia les dijo que perdieran algo de peso», aseguró Rosen. «Como médicos, debemos asegurarnos de que nuestras conversaciones no hagan daño ni afecten la autoestima sin darnos cuenta».
Entre las personas genéticamente vulnerables, la dieta en sí es un factor de riesgo de los trastornos alimentarios, mientras que las dietas estrictas son un riesgo aún mayor, advirtió Lilenfeld.
Padres y pediatras deben estar atentos a señales de trastornos alimentarios, entre ellos un niño cuyo avance en las tablas de crecimiento cambie de repente, que coma de manera muy restringida, que haga ejercicio excesiva y compulsivamente, que haga comentarios preocupantes sobre la imagen corporal, que vomite, que desaparezca tras las comidas o que use laxantes y pastillas de dieta.
Los trastornos alimentarios, sobre todo la anorexia, pueden tener consecuencias de salud a largo plazo, incluso osteoporosis y muerte precoces.
«Sabemos que mientras más rápido se les ofrezca tratamiento basado en evidencia, mejor será el resultado», aseguró Lilenfeld.
«La buena noticia es que los trastornos alimentarios se pueden ‘curar’, o sea que una persona no sólo controle la afección, sino que en realidad la supere», enfatizó Rosen. Muchos niños superan un trastorno alimentario con el tratamiento y la madurez.
«La creencia convencional es que los trastornos alimentarios son incurables. Se sufre de ellos de por vida, nunca mejoran y lo mejor que se puede esperar es mantenerlos bajo control, como el alcoholismo», comentó Rosen. «Esa no es la realidad, sobre todo para niños y adolescentes con trastornos alimentarios. La mayoría de niños y adolescentes mejoran por completo».
Fuente: David Rosen, M.D., M.P.H., professor, pediatrics, internal medicine and psychiatry, University of Michigan, Ann Arbor, Mich.; Lisa Lilenfeld, Ph.D., incoming president, Eating Disorders Coalition for Research, Policy and Action, Washington, D.C.; December 2010, Pediatrics