Los niños obesos podrían tener una muerte prematura

Los niños obesos están en mayor riesgo de morir jóvenes, según encuentra un estudio reciente.

De hecho, los niños obesos son el doble de propensos a morir antes de los 55 años que los niños de peso normal. Además, debido a que muchas personas que mueren en la adultez temprana dejan detrás a familias jóvenes, esto plantea un problema multigeneracional y de la sociedad, señalan los investigadores.

«Los resultados de este estudio sugieren que la prevención de la obesidad debe comenzar en la niñez temprana», aseguró el líder de la investigación Paul William Franks, profesor asociado de medicina experimental y director del grupo de epidemiología genética e investigación clínica del Hospital de la Universidad de Umea, en Suecia. «Esto conllevará asegurar que nuestros niños lleven dietas sanas y bien equilibradas, y lleven estilos de vida físicamente activos».

Si los índices de obesidad, hipertensión e hiperglucemia continúan aumentando en nuestros hijos «la esperanza de vida humana podría reducirse», advirtió Franks.

Los hallazgos del estudio aparecen en la edición del 11 de febrero de la revista New England Journal of Medicine.

Para el estudio, Franks y colegas recolectaron datos sobre 4,857 niños indígenas estadounidenses nacidos entre 1945 y 1984. Alrededor del 29 por ciento de los niños, de comunidades Pima y Tohono O’odham en Arizona, tenían obesidad, una prevalencia comparable con los niños de origen africano e hispano en los Estados Unidos de hoy, lo que hace que los hallazgos puedan aplicarse a otros grupos étnicos, aseguraron los investigadores.

En su análisis, los investigadores buscaban una correlación entre el peso, la glucemia, la presión arterial, el colesterol y la muerte antes de los 55 años de edad. Durante casi 24 años, 166 personas del estudio murieron.

Las personas que habían sido obesas en la infancia tenían más del doble de riesgo de muerte antes de los 55, frente a las que no lo habían sido, según encontraron los investigadores.

Además, los niños que tenían niveles altos de glucemia tenían un aumento en el riesgo de muerte de 73 por ciento, frente a los niños con los niveles más bajos.

«Se trata de más evidencia de que la obesidad infantil es un problema grave», señaló el Dr. William C. Knowler, jefe de epidemiología de la diabetes e investigación clínica del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y del Riñón de EE. UU., y coautor del estudio.

Otros factores, como los niveles de colesterol y la presión arterial, no fueron significativos en estas muertes, anotaron los investigadores. Sin embargo, la presión arterial alta en conjunto con la glucemia elevada parecían tener que ver con las muertes prematuras.

«Los niños de hoy en día que son obesos, que tienen presión arterial alta o niveles elevados de glucemia podrían ser más propensos a morir de forma prematura que los niños sanos», lamentó Franks.

«No sabemos cuál es el impacto de la obesidad, la hiperglucemia y la hipertensión infantiles sobre los índices de mortalidad más adelante en la vida», señaló. «Tampoco sabemos cuántos años roban a la esperanza de vida estos factores infantiles de riesgo».

Pero la esperanza, anotó Knowler, es que al reducir la obesidad infantil también se reducirá el riesgo de muerte prematura.

«Evitar volverse obeso es ciertamente mejor que volverse obeso y luego perder peso», comentó. «Cuando alguien se vuelve obeso, restaurar el peso normal es extremadamente difícil».

Franks añadió que la pérdida de peso por lo general no se recomienda en los niños, sobre todo si conlleva dietas extremas.

Entre las maneras sencillas de combatir la obesidad se encuentran comer menos, reducir el tamaño de las porciones y aumentar la actividad física. Además, los padres deben ser modelos para sus hijos cuando se trata de una alimentación sana y ejercicio, enfatizó Franks.

Edward W. Gregg, jefe de epidemiología y estadísticas del programa de diabetes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., que escribió un editorial acompañante en la revista, dijo que «hemos visto un aumento de la obesidad entre los jóvenes durante algún tiempo y estamos observando niveles preocupantes de prediabetes entre los jóvenes, pero en realidad no conocíamos las implicaciones».

Ahora, la pregunta es cómo responder a esos hallazgos, planteó Gregg. Sin embargo, dijo que no está claro cómo identificar y encontrar programas que funcionen en los niños para la prevención de la enfermedad o la muerte en la adultez.

«Necesitamos encontrar maneras de prevenir la obesidad en los niños», apuntó. «El desafío es conseguir las intervenciones adecuadas».

Gregg cree que la respuesta está en una compleja combinación de programas para familias y escuelas, nutrición y actividad física que cambien los estilos de vida.

«Ultimadamente, esto requerirá de toda una variedad de abordajes múltiples para lograr una diferencia», aseguró. «No es algo que se arregle en uno o dos años. Tenemos que verlo a largo plazo. Conllevará esfuerzos lentos y constantes. Ahora mismo, esa es la situación que tenemos con la obesidad y la diabetes».

Fuente: HealthDay

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