El azúcar y las células grasas

Una nueva investigación sugiere que el azúcar común,   conocido como fructosa podría hacer que algunas células grasas se multipliquen más rápido, lo que podría jugar un papel clave en la obesidad infantil y adulta.

La fructosa es un compuesto del jarabe de maíz alto en fructosa, que se usa ampliamente en una variedad de alimentos, que incluyen bebidas gaseosas, dulces y muchos alimentos procesados.

No obstante, aunque los nuevos estudios utilizaron células que tomaron de los niños, sólo hicieron pruebas en tubos de ensayo, por lo que los expertos recomendaron precaución en la interpretación de los resultados.

La obesidad infantil (y adulta) es una preocupación legítima y creciente en todo el mundo. Esta afección eleva el riesgo de enfermedad cardiaca, diabetes tipo 2 y de muchas otras enfermedades. Algunas de estas enfermedades ya afectan a gente joven.

«Por ejemplo, estamos viendo más casos de diabetes tipo 2 en los niños, y esto se debe al sobrepeso infantil», señaló Gans. «Lo que es aún más aterrador es que los niños están aumentando su riesgo de desarrollar enfermedades del corazón a una edad temprana».

Los expertos han observado un aumento en la presión arterial y los niveles de colesterol en niños con sobrepeso.

«El temor es que esta generación podría ser la primera que no viva más que sus padres», destacó Gans. Según la investigación, que se tenía previsto presentar el domingo en la reunión anual de la Endocrine Society en San Diego, el jarabe de maíz alto en fructosa se está haciendo más prevalente en los alimentos de Estados Unidos que la sacarosa.

Los autores, dirigidos por la candidata doctoral Georgina Coade de la Universidad de Bristol en Gran Bretaña, extrajeron los preadipocitos, las células que finalmente se convierten en células de grasa, de 32 niños que tenían peso normal y que se encontraban en la etapa previa a la pubertad.

Las células eran tanto células grasa subcutáneas (las que están justo debajo de la piel) como células viscerales (que se encuentran en las capas más profundas del abdomen).

Las células se sumergieron en una solución con un nivel normal de glucosa, un nivel alto de glucosa o un alto contenido de fructosa y se dejaron allí hasta su maduración.

De acuerdo con los cálculos de los investigadores, las células grasa que crecieron en la solución de fructosa se dividieron y se multiplicaron más que las que estaban en la solución de glucosa, pero esto sólo fue así para la grasa visceral.

Por otra parte, tanto las células de grasa visceral como subcutánea que se expusieron a la glucosa mostraron una mayor resistencia a la insulina, un factor de riesgo y propiedad de la diabetes.

Sin embargo, el Dr. James Rippe, asesor de la Corn Refiners Association, fundador y director de Rippe Health Evaluation y presidente del Centro de Medicina del Estilo de Vida de la Universidad de Florida Central, apuntó que el jarabe de maíz alto en fructosa, que ha sido implicado en la diabetes y la epidemia de la obesidad, no es lo mismo que la fructosa pura.

«Es un error común y desafortunado. No son la misma cosa», apuntó. «El jarabe de maíz alto en fructosa es mitad fructosa y mitad glucosa».

Aún así, Gans señaló que, «el mensaje principal es que estamos hablando del azúcar y el punto principal es que consumir mucho azúcar de cualquier tipo le aportará demasiadas calorías, y esto a su vez conduce a aumentar de peso, y aquí es donde radica el problema».

La Dra. Neslihan Gungor, profesora asociada de pediatría de la Facultad de medicina del Centro de Ciencias de la Salud de Texas A&M y endocrinóloga pediatra del Hospital Scott & White en Temple, Texas, reiteró la importancia de recordar que los hallazgos proceden de un estudio de laboratorio.

«Todavía tenemos que ver si estos resultados se podrían observar o no en el cuerpo humano», apuntó. «No sería justo tomar estos resultados y aplicarlos a todo el organismo humano».

Fuente: HealthDay

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