Depresión y grasa abdominal
El estudio plantea la posibilidad de que la depresión hace que la gente gane peso en la cintura, pero no parece que ocurra lo contrario. Los investigadores encontraron que no es más probable que la gente que tiene sobrepeso se deprima, en comparación con sus pares de peso normal.
Los hallazgos provienen de investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham, que examinaron datos del Estudio del desarrollo del riesgo de la arteria coronaria en adultos jóvenes (CARDIA, por su sigla en inglés), un estudio longitudinal de veinte años en que participaron más de 5,100 hombres y mujeres de 18 a 30 años de edad. (Los estudios longitudinales buscan una relación entre causa y efecto al observar a un grupo de individuos a intervalos regulares durante un periodo de tiempo prolongado).
Entre otras cosas, los investigadores deseaban averiguar si las personas deprimidas eran más propensas a tener una mayor circunferencia de cintura y un IMC más alto, y cómo cambiaba esto con el tiempo. Encontraron que en un periodo de quince años todos los participantes aumentaron algo de peso, pero los que estaban deprimidos aumentaron de peso más rápidamente.
«Los que al inicio refirieron niveles altos de depresión aumentaron de peso más rápidamente que los demás del estudio, pero comenzar con sobrepeso no llevó a cambios en la depresión», afirmó en un comunicado de prensa de la universidad la coautora del estudio Belinda Needham, profesora asistente de sociología.
Teniendo en cuenta que la hormona del estrés cortisol se relaciona con la depresión y con la obesidad abdominal, Needham especuló que los niveles elevados podrían explicar por qué las personas deprimidas tienden a aumentar más grasa en el vientre.
«Nuestro estudio es importante porque si uno está interesado en controlar la obesidad, y en última instancia en eliminar el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad, tratar la depresión de la gente tiene sentido», aseguró Needham. «Es otro motivo para tomar la depresión en serio, y no pensar sobre ella sólo en términos de salud mental, sino también pensar en las consecuencias físicas de los problemas de salud mental».
FUENTE: American Journal of Public Health, University of Alabama at Birmingham.